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Hola,
Apoya esta misión propagando el
siguiente mensaje de la Santa Cruz.
Queridos hermanos todos en el Corazón del Señor.
La palabra «radical» es una palabra sospechosa. Y hoy más aún por sus connotaciones políticas. Un radical es un extremista. Un insensato, un imprudente. Lo contrario del equilibrado. No así en la espiritualidad cristiana. En la línea del seguimiento de Cristo, el cristiano debe ser radical y, en cambio, un cierto «equilibrio» puede ser ambiguo.
En términos cristianos, Jesús fue un radical. Replanteó la conversión a Dios, el cambio de vida y las actitudes éticas y religiosas desde su raíz, estableciendo su Evangelio como el único absoluto. Así fue percibido por la clase gobernante y sacerdotal y también por sus discípulos. Para muchos de sus parientes esto era un síntoma de locura (Mc 3,21). Su radicalismo le costó la vida.
El radicalismo cristiano, sin buscarlo, puede llevar a conflictos y tensiones, fruto de la reacción que causa una fidelidad absoluta al Evangelio. A causa de Cristo, el cristiano será objeto de odio (Mt 10,22-25; 18,21; Jn 15,19-25; 16,1) y de división (Mt 10,34-35). Jesús mismo fue objeto de odio y división, signo de contradicción (Lc 2,34; Jn 7,12-13), y frente a Él es imposible mantener la falsa prudencia de la indefinición, pues se está con Él o contra Él (Lc 11,23). «He venido a provocar una crisis en el mundo: los que no ven, verán, y los que ven, van a quedar ciegos» (Jn 9,39).
Creemos que es propio de una vida cristiana auténtica que seamos un cuestionamiento y eventualmente una santa protesta sobre la Iglesia y la sociedad. Sobre la Iglesia, en la medida que ésta es decadente, o ambigua, o ha perdido su dinamismo radical. Sobre la sociedad, en la medida que se humaniza o descristianiza y por lo mismo se hace fuente de opresión e injusticia.
La vida del hombre sobre la tierra es milicia (Job. 7,1)
Publicación sin ánimo de lucro (2024).
Trabajamos para implantar definitivamente el Reino de Dios, tomando el «nuevo» estandarte que Dios ha preparado en este tiempo, para poder establecer la unidad entre todos los cristianos y hombres de buena voluntad, por medio del misterio de la ciencia de la Santa Cruz.
Corredentora de la humanidad, abogada
y medianera de todas las gracias:
Ruega por nosotros
Por las limitaciones de la comunicación, me veo incapaz de encontrar el piropo que merece nuestra Madre del Cielo, bajo la advocación del Rocío, por ser este el lugar donde nuestro Señor ha querido darnos la luz para que podamos conocer el presente misterio de la ciencia de la Santa Cruz. Aprovecho la ocasión para manifestar de igual manera mi gratitud, acogiéndola desde este momento con gozo como Patrona, junto con san Francisco de Javier, en esta nueva misión en la que tratamos de construir puentes para poder reforzar en primer lugar los vínculos que tenemos con nuestra familia, enlazar confesiones, culturas y las diferentes ramas del saber. Elevo mis oraciones a Dios, para que esta misión pueda agradarle y con su ayuda podamos conseguir impulsar pronto la necesaria proclamación de Ntra. Stma. Virgen María como corredentora de toda la humanidad, con la esperanza de poder vivir tiempos mejores.
Hermanos: Que la gente sólo vea en
vosotros servidores de Cristo y administradores
de los misterios de Dios (1 Co. 4,1).
Desde un punto de vista interdisciplinar, este ensayo científico trata de demostrar que el signo que nos identifica como cristianos es también un modelo matemático universal, por lo que este trabajo se puede considerar como una valiosa veta apologética sobre la Santa Cruz que la teología está en mora de abordar. La importancia de poder dar a conocer y divulgar este estudio de investigación se justifica de una forma análoga a cuando Constantino tuvo una visión en la que Dios le reveló por medio de un sueño que, estampando la Santa Cruz en los estandartes de su ejército, alcanzaría la victoria en un combate recio que este emperador daba por perdido. De igual manera que la Santa Cruz fue la señal que hizo posible que el imperio romano llegase a convertirse al cristianismo, en la actualidad el hecho de que la Iglesia cobre ánimo en dar a conocer que este misterio de la creación se encuentra presente en la tecnología, en el calendario y entre otras disciplinas de la ciencia que hasta ahora también han pasado inadvertidas, juega un papel fundamental en nuestro servicio a la fe. Esto significa que en este momento tan difícil para la cristiandad en el mundo, el misterio se vuelve a actualizar y sabiendo por otras referencias históricas que este es precisamente el signo de conversión por excelencia, ahora se presenta como un instrumento imprescindible para la Nueva Evangelización.
En este libro el autor comparte brevemente su testimonio de conversión, con el fin de dar a conocer que desde el año 2008, el Señor le concedió la gracia inmerecida de poder contemplar la luz del sol con sus ojos sin producirle lesión «de día el sol no te hará daño (Sal 121,6)». Esta experiencia tan impactante en su vida ha supuesto que haya ingresado en diversas ocasiones en una unidad psiquiátrica, aunque es consciente que por medio de esta cruz que lleva en su espalda, así como por su vida disoluta en el pasado, se puede apreciar un gran contraste en su vida que podría ayudar a otras personas a encontrarse con Dios por medio de la luz de la fe e incluso también en este caso por medio de la razón. Esta fuerte experiencia viene a ser una pieza clave para comprender el conjunto global de este misterio, ya que existe una interesante conexión con las psicografias del conocido vidente católico argentino Benjamín Solari Parravicini que en este caso hacen referencia a las últimas cuarenta profecías dedicadas a la «Cruz Orlada».
Queda pendiente esta invitación para que todos los creyentes y hombres de buena voluntad puedan leer esta obra dirigida especialmente a las personas que no tengan una mirada de prejuicio, recordando al mismo tiempo aquella sabia sentencia que podemos encontrar en el clásico de espiritualidad del beato Tomás de Kempis: «No te fijes en el nivel de los autores, ya sea que escriban sencillamente o con gran despliegue de recursos, más bien que te impulse a leer el amor a la pura verdad. No te preguntes quién lo dijo sino más bien atiende a lo que ha dicho».
Pero nosotros hemos recibido un Espíritu que no es del mundo; es el Espíritu que viene de Dios, para que conozcamos los dones que de Dios recibimos. Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano, sino en el que enseña el Espíritu. Pues el hombre natural no capta lo que es propio del Espíritu de Dios, le parece una necedad; no es capaz de percibirlo, porque solo se puede juzgar con el criterio del Espíritu. En cambio, el hombre espiritual lo juzga todo, mientras que él no está sujeto al juicio de nadie. «¿Quién ha conocido la mente del Señor para poder instruirlo?». Pues bien, nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Co. 2, 12-16).