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6. Observaciones

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Este estudio sobre el azar no pretende otra cosa que, enmarcándose en la tradición cristiana del diálogo entre la fe y la razón, hacer ver que las ciencias naturales no son incompatibles con el cristianismo, ni en general con el creacionismo, aunque hoy en día es indispensable incorporar lo aleatorio al debate. Eso es así porque el azar juega hoy un importante papel en las ciencias naturales y omitirlo en las reflexiones teológicas sería regalar el monopolio de los argumentos indeterministas a los ateos.

«Si bien los creyentes se han mostrado firmes en lo que se refiere a la cuestión de la espiritualidad, parecen haber aceptado implícitamente que el azar es una rama de los ateos en exclusiva. La respuesta usual a los indeterministas es atacar directamente la idea de que el azar juegue ningún un papel relevante, e incluso ningún papel en absoluto, en la Naturaleza, pero parece más sensato argumentar que acaso el azar no sea una forma más de actuar de Dios. En estos tiempos en que la vía de prescindir del azar está cegada porque las ciencias naturales han fundamentado sus principales teorías en lo aleatorio, se trata de una idea de sumo interés ya que la postura de negar el indeterminismo no ha tenido éxito en ningún campo en el que se haya ensayado. En resumen: el azar puede ser compatible con la idea de un Dios creador y, es más, acaso sea más sensato jugar con la idea de una Creación indeterminista que rígidamente determinista. Esa era la idea que los ateos combaten y esa es la idea que los creyentes deben explorar sino quieren verse marginados del debate intelectual. No veo otra solución, para aquellos de vosotros que no queráis renunciar al creacionismo, que admitir que fue un acto divino indirecto y largo, en el que el azar fue otro de los modos de actuar de Dios» (Medina Precioso, 2014, p. 339).   

Con respecto a estas dos últimas partes de este estudio de investigación que hacen referencia al misterio del azar, se confirma sin ningún género de duda que aún no habíamos conocido algo más sobre la profundidad del orden establecido por Dios en la naturaleza.  Esto se da a entender por medio de la sagrada Escritura en boca del Profeta Jeremías, cuando nos dice que: «Hasta la cigüeña en el cielo conoce el momento de emigrar; tórtolas, golondrinas y grullas barruntan el tiempo de regresar. Mi pueblo, en cambio, desconoce el orden establecido por el Señor» (Jer. 8,13). Desde el comienzo de este estudio, hasta los aspectos aquí tratados relacionados en concreto con la aleatoriedad, sí que hemos podido demostrar de una forma definitiva que aquello que el hombre ha comprendido hasta ahora como «azar», en verdad se trata de un fenómeno en el que existe un orden que nuestra inteligencia no hubiese podido descifrar sino nos hubiésemos servido del modelo matemático universal de la Santa Cruz. Como hemos podido comprobar a lo largo de este estudio por medio de una sencilla aritmética que, en el fondo, detrás de todo acontecimiento, se encuentra la mano de Dios, que ha ordenado todo siguiendo como arquetipo el modelo de la Santa Cruz. Por medio de este estudio de investigación hemos demostrado además que no existe lo que el hombre desde su inteligencia comprende como «suerte» o «casualidad», pues nada, tanto bueno como aquello que pueda llegar a juzgar el hombre como algo malo ―exceptuando nuestro propio       pecado ―, sucede en esta vida sin que Dios quiera o lo permita por medio de su voluntad, pues hasta «los cabellos de nuestra cabeza tenemos contados» (Lc. 12,7). Seguir aceptando la teoría del caos, así como seguir teniendo un concepto de orden irracional cuando creemos ser empujados por el viento de la casualidad o la suerte, queda finalmente demostrado que no tiene sentido ni fundamento, cuando la ciencia experimental junto a la ciencia de la Santa Cruz demuestra todo lo contrario.

Después de habernos sumergido un poco más en el misterio del azar, siguiendo el hilo de este tema en cuestión, podemos concluir este estudio con otra reflexión del Papa Benedicto XVI que arroja aún más luz: «Creo que las palabras de este Padre del S.IV [Basilio Magno] tienen una actualidad sorprendente cuando dice: “Algunos engañados por el ateísmo que llevaban en su interior, imaginaron que el Universo no tenía guía ni orden, como si estuviera gobernado por la casualidad”. ¡Cuántos son hoy los que piensan así! Engañados por el ateísmo, consideran y tratan de demostrar que es científico pensar que todo carece de guía y de orden, como si estuviera gobernado por la casualidad. El Señor con la sagrada Escritura, despierta la razón que duerme y nos dice:” En el inicio está la Palabra creadora. Y la Palabra creadora que está en el inicio ―la Palabra que lo ha creado todo, que ha creado este proyecto inteligente que es el cosmos― es también amor» (Benedicto XVI, 2019, p. 52).