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Hemos comprobado que tanto los modelos estables como inestables se complementan y están interrelacionados. Con estos fundamentos creemos que aportamos también razones de nuestra esperanza cristiana, ya que desde una perspectiva científica podemos demostrar que el bien (orden-equilibrio) prevalece sobre el mal (caos-desequilibrio). Esto lo podemos demostrar si volvemos a partir de los resultados principales que se derivan de las matrices nucleares de sus fases de desintegración, equilibrio y expansión rápida. Con esto queremos decir que lo que prevalecerá finalmente ante todo es la fase de equilibrio, es decir, los modelos estables, tal como podemos comprobar a continuación:
No tenemos pruebas científicas de que el universo haya tenido previamente procesos de contracción, aunque esta afirmación del sacerdote belga tiene ciertamente un fundamento bíblico, pues esto lo podemos llegar a aceptar por medio del Libro del Apocalipsis: «Entonces dijo el que está sentado en el trono: «Mira que hago todas las cosas nuevas» (Ap. 21, 5). Teniendo en cuenta que la creación ha quedado también herida por el pecado del hombre, sabemos también que «la ansiosa espera de la creación desea vivamente la revelación de los hijos de Dios. La creación, en efecto, fue sometida a la caducidad, no espontáneamente, sino por aquel que la sometió, en la esperanza de ser liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm. 8, 19 -21).
Teniendo en cuenta que a lo largo de todo el desarrollo de esta teoría no nos ha sido necesario tener conocimientos avanzados de física o de astronomía, es comprensible que entendamos que no nos detendremos de una forma precisa y exacta en todas las similitudes existentes entre estas matrices y sus correspondientes relaciones con el átomo, aunque podemos considerar necesario describir los rasgos más característicos. Después de haber expuesto todas estas matrices en la presente teoría, sirviéndonos de modelo para poder demostrar que el universo se ha expandido según la teoría del sacerdote y científico George Lemaître y que a su vez nosotros también hemos demostrado que esta expansión se produce al mismo tiempo en revolución, quizá para algunas personas les podría haber pasado desapercibido que estos modelos a modo de imagen tienen una estructura semejante a la de un átomo. Nos bastará con decir que el núcleo de un átomo está formado por dos elementos. Estos dos elementos son los protones, que tienen una carga positiva y los neutrones que tienen una carga eléctrica neutra. Estos dos elementos que forman la parte central del átomo representan en este caso los factores comunes (12-21) de este sistema que hemos analizado en diversas matrices nucleares, que en este caso derivan de los sumatorios de valores descompuestos. Del factor común o del número esférico o circular, hemos podido comprobar que es donde se produce esta fisión, dando lugar a estos dos elementos numéricos (12 – 21), por lo que, de una manera opuesta, teniendo en cuenta estos dos valores descompuestos entendemos que se produce por tanto una fusión (5). Estos factores comunes que en nuestro caso particular relacionamos con los protones y neutrones, están formados a su vez por una serie de enlaces externos de electrones que giran alrededor del núcleo, que en nuestro caso se relacionan con las correspondientes periferias u orbitales que quedan dispuestos alrededor del núcleo. Tanto la fisión como la fusión nuclear son reacciones nucleares que liberan la energía almacenada en el núcleo de un átomo.