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El lado oscuro de los despachos de psiquiatría. Reflexiones y experiencias (1)

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El lado oscuro de los despachos de psiquiatría. Reflexiones y experiencias (1)

Teniendo en cuenta que desde este momento gracias a Dios dispongo de algunos  medios para poder defenderme de la injusticia que llevo padeciendo desde hace 20 años por los servicios de salud mental de la Seguridad Social en España, he tomado la decisión en adelante de compartir algunas comunicaciones por escrito que creo que podrían servir a otras personas que se encuentran en la misma tesitura que este servidor. Quizá algunas de las reflexiones que comparto podrían servir para que otras personas ajenas a la institución psiquiátrica comprendan el contexto real en el que nos encontramos los locos y como afectados, también podamos compartir en común nuestras ideas con el fin de empoderarnos más.

Teniendo en cuenta la vulnerabilidad de aquellas personas que somos definidas por los médicos de la mente como «enfermos mentales», desde hace algunos años tomé la iniciativa de grabar las conversaciones. Al principio lo hacía con temor porque pensaba que podía ser un delito, aunque más adelante pude consultarlo con un abogado. Pero cualquiera puede confirmar que esto entra dentro de la legalidad mientras que formemos parte de la conversación en cualquier grabación. Otra razón por la que tomé la decisión de grabar las conversaciones se debe a los psicofármacos que desgraciadamente nos obligan a tomar y que en mi caso ha hecho que pierda mucha memoria. .Esto hace que después de cada entrevista se me olvide prácticamente la conversación mantenida, por lo que me resulta muy complicado recordar el hilo de la conversación para la siguiente visita. Es comprensible además que por su gran astucia apenas se comprometen en darnos nada por escrito y a decir verdad he podido investigar para saber si tengo acceso a las anotaciones personales que hacen sobre mi persona, pero hasta este momento tampoco he podido tener acceso. Algunos podrán pensar que soy una persona desconfiada, pero no es así, no voy por la vida grabando a todo el mundo, aunque si lo hago con estas autoridades es porque sé que siempre tendremos todas las de perder, pues afortunadamente en este tiempo que nos ha tocado vivir lamentablemente muchas personas ignoran que una simple grabadora se ha convertido para nosotros los creyentes en un arma de luz «Dejémonos, pues, de las obras de las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz» (Rm. 13,12). A pesar de que puedo justificar la necesidad de grabar mis entrevistas con la psiquiatra, este método que me sirve para poder empoderarme ante la autoridad que ostentan los psiquiatras supone para su ejercicio un gran compromiso, siendo esta una necesidad como usuario que hace que se sientan en la misma postura de vulnerabilidad en la que nos encontramos nosotros.  

Para ayudar a las personas interesadas a comprender mejor aún el contexto de esta primera comunicación que resume un poco el itinerario personal por los servicios de psiquiatría en la Palma del Condado (Huelva), quizá sería interesante poder compartir la respuesta que he dado a un amigo que antes de dar el primer paso se me ocurrió pedirle su opinión. Como este amigo es también una persona profundamente creyente me ha comunicado con sinceridad que cuando hago algunas citas bíblicas en esta comunicación a la psiquiatra que, si no es creyente, quizá le suene a “música celestial”. Ciertamente tiene toda la razón, pues no sé a qué le sonará, pero en este aspecto, los cristianos debemos de aprovechar todas las ocasiones para predicar a tiempo y fuera de tiempo… (2 Tim 4,2). Soy consciente de que mi música o mi fe puede desafinar a su razón, pero no debe de caber ninguna duda que su ciencia se encuentra para mi bajo la misma sospecha. Esta es la motivación principal de la carta, es decir, para poder entrar en un diálogo que no esté necesariamente centrado en su campo que es donde se encuentra la trampa del cazador que reza el Salmo (Sal. 124,7), pues si yo soy supuestamente el afectado, necesito que me traten según mis principios e ideales y no según lo que ellos quieran imponerme. Si, esto de alguna manera da a entender que su ciencia en el fondo personalmente no me sirve para nada, pero ya que creo que Dios quiere que me encuentre de momento en esta casilla del ajedrez, al menos debo de poner una pizca de sal, pues a esto especialmente hemos sido llamados todos los cristianos (Mt. 5,13). Quizá esto ahora ayude a comprender un poco mejor el trasfondo de este escenario en el que actualmente me encuentro.

Estimada Dña. María Luisa Suarez Sánchez.

Lleva más de seis meses atendiéndome como psiquiatra y tengo que informarla que apenas hemos avanzado nada con respecto al problema personal que cargo en mis hombros y que los médicos de la mente se han habituado a definir como una enfermedad mental. Por esta razón considero necesario desde este momento ponerla al día, con el fin de poder ayudar en este proceso y tener una vida más plena y satisfactoria y de esta manera evitar seguir desaprovechando mi tiempo y lo que es más importante, para evitar también seguir deteriorando mi salud física y psíquica con los efectos indeseados de los psicofármacos.

En primer lugar, quisiera informarla que la atención que he tenido por parte de la psiquiatra Dña. Gloria Jiménez Ruíz comenzó desde el momento que vine a residir en Almonte en septiembre de 2016. Desde este preciso instante hasta noviembre del año 2020, he tenido una actitud de parálisis e inmovilismo hasta que un psicólogo clínico jubilado que trabajó en la Seguridad Social llamado D. Miguel Valverde Eizaguirre comenzó a ayudarme a salir de los laberintos que nos meten los profesionales de salud mental. Esta persona conocida por su activismo a favor de los derechos de los clientes de salud mental es una persona bastante competente y es una figura pública conocida dentro del ambiente crítico. Sin privarme de mi libertad para poder opinar o sugerir por mi parte algunas ideas interesantes, debo de reconocer que el apoyo de esta persona ha supuesto hasta julio del año 2022 un instrumento vital para poder empoderarme. La finalidad de las seis reclamaciones a la Consejería de Salud y Familias, cuatro reclamaciones más al Servicio Andaluz de Salud, otras cuatro más al Centro de Salud Mental de la Palma del Condado y finalmente una al Defensor del Pueblo Andaluz, han estado siempre orientadas a la reducción de la dosis del neuroléptico para poder llegar finalmente a la plena suspensión. Tengo que decirle que los clientes de los profesionales de salud mental en la Seguridad Social debemos tener mucha cautela y precaución con Uds. ya que por causa de esta actividad administrativa en la que reivindicaba mis derechos la psiquiatra que le ha precedido me puso gratuitamente una etiqueta social más, diagnosticándome un trastorno de personalidad, hecho que tuvo que reflexionar más detenidamente después de un largo diálogo por escrito para revocar finalmente su propia decisión. Aprovecho esta ocasión para recordarla que la psiquiatra Dña. Gloria Jiménez Ruíz dejó sin responder la última reclamación que envié a la Consejería de Salud y Familias el día 6 de noviembre del año pasado, aunque me temo que ha delegado la responsabilidad en Ud. para que pueda dar lo antes posible una respuesta.

Cuando tuvimos la última cita en su despacho el día 4 de julio, tal como le informé verbalmente, tengo respeto a todas las personas y en su caso la respeto aún más porque está licenciada en medicina, aunque comparto muy poco la especialidad a la que ha querido dedicar su trayectoria profesional por muchas razones. Cierto es que Uds. forman un eslabón más junto al Estado con el fin de controlar parte de la sociedad con su práctica «clínica», aunque por lo que respecta a la utilidad y eficacia de vuestra «ciencia» orientada a la salud mental hay que reconocer que deja mucho que desear. Sé que en estos seis meses apenas he tenido trato con Ud., aunque debo de confesar que con respecto al trato que he tenido con la psiquiatra que le ha precedido, al menos de momento Ud. es mucho más sincera y/o apenas tiene demasiado malicia. Esto se lo digo porque en esta última cita, a la pregunta que le formulé sobre cuando atiende las personas, si los trataba como almas o cerebros, Ud. no tuvo reparo en responderme de forma reiterada que nos trataba como cerebros. Esto confirma la sospecha que he tenido durante estos últimos veinte años de trato con psiquiatras, pues la mayoría de Uds. son personas demasiado cerebrales, apenas incapaces de sentir verdadera empatía por las personas que atienden, porque han reducido prácticamente todo a términos biológicos. Tal como pude informarla en aquel momento, esto supone un preocupante reduccionismo de los problemas que tienen sus clientes y le agradezco encarecidamente que haya tenido la suficiente sinceridad como para haberlo reconocido también. Puedo comprender que la falta de tiempo y recursos humanos no dé para otra mejor solución, aunque por causa de este reduccionismo apenas pueden tratar con eficacia a sus clientes ya que, al reducir también la solución de nuestros problemas, conflictos y luchas o cualquier sufrimiento excesivo del alma a base de sustancias sintéticas de laboratorio, demuestran con este tipo de medidas que en el fondo tampoco son personas, sino otros órganos vivientes que apenas sienten ni padecen.

            Como recordará este día en su despacho, reconocí abiertamente sin ningún complejo mi locura, aunque al mismo tiempo le dije que por ello no era un «enfermo mental». Lo que me sorprendió verdaderamente por su parte fue cuando me dijo que «no era un “enfermo mental”, que eso eran estigmas que nos creamos nosotros». Pero oiga, ¿me puede decir entonces porqué peregrino de despacho en despacho y de psiquiátrico en psiquiátrico desde el año 2004? Me temo que no sabrá darme una respuesta que pueda satisfacerme si no indagamos en el verdadero problema que llevo en mis hombros desde hace mucho tiempo y que ya previamente a este instante ya se estaba gestando desde que comencé a tener en esta vida uso de razón. Hay mucho que estudiar y estoy seguro de que no dispone del tiempo suficiente para poder solventar mi verdadero problema, así que le ruego que desde este momento no dilate las citas cada dos o tres meses y comience a reducir el neuroléptico. Tenga en cuenta que llevo casi ocho años de forma continuada y en contra de mi voluntad recibiendo este tratamiento y en ocasiones me pregunto si a las personas que se encuentran en la misma tesitura que yo suelen poner de esta manera a prueba nuestros límites, aunque la mayoría de los afectados no ignoramos el poco éxito de esta clase de tratamientos que suelen ser abandonados por muchos clientes. Creo que se lo estoy pidiendo de una manera adecuada, pues estoy seguro de que lo último que podría desear es que perdamos la paciencia para tomar la decisión de no volver a inyectarnos este psicofármaco de la noche a la mañana, pues, aunque soy consciente de que algunos daños son ya irreversibles, tal como he podido comunicarle en otras ocasiones los efectos más indeseados que me provocan son mucha agitación, nerviosismo e inquietud interna y lo que es también muy importante y que no ha pasado desapercibido durante este periodo ha sido el serio deterioro cognitivo. Deberían de considerar también el sobrepeso que me ha causado la inoculación e ingesta de estos psicofármacos y que en la medida que ha pasado el tiempo ha ido perjudicando seriamente la salud de mi espalda ya que estoy diagnosticado desde hace años de una estenosis lumbar, con una intervención quirúrgica por causa de varias hernias discales. Además, el neuroléptico ha alterado mi metabolismo desajustando los niveles de triglicéridos. Desde que me inoculan este tratamiento padezco movimientos o tics nerviosos incontrolables por diferentes lugares de mi cuerpo, siendo los más indeseables aquellos que siento cerca de mi corazón. No deben de ignorar tampoco que, aunque me haya dado de alta el endocrino, este psicofármaco me sigue produciendo un dolor punzante en mis senos y aunque es comprensible que la Seguridad Social no me haya reconocido un diagnóstico por ginecomastia, sí que he podido observar que desde que recibo de forma continuada este tratamiento me han crecido de forma considerable las mamas.  Otro efecto indeseado que empiezo ahora a observar también desde hace tiempo es una rigidez muscular localizada con mayor intensidad en la zona del cuello. Prácticamente todos estos efectos indeseados están recogidos en la ficha técnica del Xeplion 150 mg, excepto el deterioro cognitivo que ha sido recientemente descubierto por medio de otros estudios científicos independientes.

            Lo que más le agradezco de la última conversación que mantuve con Ud. es que pudiera reconocer personalmente que la visión que tienen los psiquiatras con respecto a los problemas que tenemos las personas con las que tratan, son solucionados a base de químicos porque es la postura más cómoda para Uds.

            Como ya sabe, soy una persona que desde hace veinte años practica la religión católica. Esto tiene mucha relación con el problema que desconoce, pues cuando un cristiano vive verdaderamente con coherencia su fe es cuando empieza a tener conflictos con el mundo. Con esto quiero decirle que debemos de poner en duda la vida de aquellos cristianos que son amigos de este mundo y que por vivir en estas condiciones tienen también una experiencia de vida cómoda y confortable. De esto tendríamos mucho que decir, aunque para finalizar hoy esta comunicación quisiera que pudiese reflexionar las condiciones que desde este momento espero que pueda respetar por mi parte, ya que están fundamentadas en este caso en los textos del Nuevo Testamento que no sólo son una referencia espiritual de primera orden, sino también una estricta referencia ética y moral reconocida por millones de personas a lo largo de los tiempos.

            Soy plenamente consciente que las enseñanzas de la sagrada Escritura nos exhortan que nos sujetemos a los superiores. Al comienzo del capítulo tres de la Carta de san Pablo a Tito, nos dice: «Recuérdales que se sometan a los gobernantes y a las autoridades; que obedezcan, que estén dispuestos hacer el bien, no hablen mal de nadie ni busquen riñas; que sean condescendientes y amables con todo el mundo» (Tt. 3,1-2). Teniendo en cuenta que Uds. son también autoridades, debo de confesar que esta perícopa de san Pablo me ha hecho vivir durante mucho tiempo en una contradicción, pues no podía ni sabía entender hasta qué punto estaba obligado a reconocerles como una autoridad legítima, hasta que encontré otra cita bíblica escrita por la autoridad suprema de la Iglesia en los comienzos del cristianismo. En este caso san Pedro nos dice al respecto: «A los presbíteros en esa comunidad, yo, presbítero como ellos, testigo de los sufrimientos de Cristo y partícipe de la gloria que va a manifestarse, os exhorto: Sed pastores del rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, gobernándolo no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por sórdida ganancia, sino con generosidad; no como déspotas sobre la heredad de Dios, sino convirtiéndoos en modelos del rebaño» (1 Pe. 5,1-3). Esta cita nos enseña que mientras Uds. sigan haciendo uso de métodos para poder persuadir por medio de la fuerza, por sórdida ganancia, es decir, mientras sigan aprovechándose de nuestra sencillez, humildad, pobreza e ignorancia y se mantengan erguidos al mismo tiempo también en una actitud despótica, este servidor que les escribe lamentablemente no podrá reconocerles como verdaderas autoridades legitimas, sino que me veré obligado a contrarrestar esta injusticia tratando de seguir el modelo de vida que nos enseñó Jesús.

En Almonte a 20 de septiembre de 2024

Se despide atentamente: Jesús del Pino Marín

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