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Estudio del kernel del azar

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«Tú que instruyes a los ignorantes y eres maestro de los simples, porque tienes en la Ley la norma de la ciencia y de la verdad» (Hb. 2, 20).

1. El azar como última frontera de la ciencia ¿A que llamamos kernel?  

Desde este momento, trataremos de afrontar el reto que la ciencia experimental no ha podido superar hasta el presente, adentrándonos de esta manera en la frontera del azar. El presente estudio cuantitativo sobre el azar está basado en un análisis detallado compuesto por cuatro ejemplos independientes que analizaremos con todo detalle. Estos ejemplos compuestos cada uno por noventa mil muestras, serán extraídos por medio de un programa en lenguaje de programación «C», diseñado para generar números aleatorios por cada segundo. Para poder llegar a tener algunas conclusiones de interés, nos seguirá siendo de ayuda trabajar con la hoja de cálculo, con el fin de poder obtener de esta manera los primeros mapas del azar o lo que hemos querido denominar en este caso como el «kernel» del azar. Este viene a ser el tecnicismo que usa el campo de la informática para representar el núcleo de un sistema operativo, que, por norma general para ciertas corporaciones, son códigos de programación que suelen estar cifrados, para evitar que otras competencias afines puedan plagiar el producto desarrollado. En este caso particular, comprobaremos que también el modelo matemático universal de la Santa Cruz será la clave que nos permitirá comprender algo mejor la mecánica de este núcleo que hace referencia al azar.

Sin necesidad de detenernos en profundas consideraciones filosóficas que otros pensadores ya han hecho al respecto, debemos de partir que el conocimiento del azar desde cualquier punto de vista es un verdadero misterio.  Hasta el momento este misterio del azar no hemos podido encontrar en su propia esencia ningún patrón para poder tener una mayor comprensión, aunque este viene a ser el cauce necesario para que tengamos una definición más precisa del mismo, para que se pueda ajustar mejor a nuestra inteligencia. La razón principal de esta incomprensión se debe principalmente a que no hemos podido franquear sus límites o su alcance desde su grado transcendente. No podemos ignorar que la ciencia experimental ha caído en el error de hacer uso del azar a modo de comodín, para poder explicar todas las dudas e incertidumbres que la razón por sí misma no alcanza a comprender, como viene a ser el caso de la teoría de la evolución de las especies.