Dirección:
C/ El Saltillo Nº 25 Almonte (Huelva) C.P.21730
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Whatsaap: 00-34-636753259
E-mail: buenanueva@hotmail.es
Presento la siguiente reclamación adjunta a su excelencia Sr. Jesús Maeztu Gregorio de Tejada, para poder rogarle por una mejora en trato y dignidad de los usuarios que forman parte de los servicios de salud mental en la Comunidad Autónoma de Andalucía.
Defensor del Pueblo Andaluz
Calle Reyes Católicos, 21 • 41001 Sevilla
Nombre y apellidos: Jesús del Pino Marín, DNI/NIE: 09019929L, con domicilio en C/: El Saltillo, Nº: 25, C.P: 21730, Localidad: Almonte, Provincia: Huelva.
Teléfono móvil: 636753259; Correo electrónico: buenanueva@hotmail.es
Web/Blog: www.novaevangelizatio.org
Ante el Defensor del Pueblo Andaluz:
Excmo. Sr. Jesús Maeztu Gregorio de Tejada.
Exposición argumentativa:
Soy un usuario de los servicios de Salud Mental de Andalucía desde hace ocho años, aunque previamente estuve en contacto con los servicios de la Comunidad de Madrid a comienzos del año 2004. No tengo ninguna limitación en la capacidad de obrar. Soy pensionista por una supuesta enfermedad mental la cual después de haber pasado más de 20 años aún no tengo pruebas clínicas que en este caso pueda haber sido justificada.
Como usuario del sistema sanitario considero que éste resulta ser de una poquísima eficiencia, por el hecho de no tener apenas opciones personales para poder elegir a un profesional no en base a un criterio formativo, sino más bien personalizado en otras facetas que puedan estar fundamentadas en los ideales y principios que en este caso tengan los propios profesionales. Con esto trato de manifestar que no necesitamos teorías científicas que estén fundamentadas precisamente desde la falta de experiencia del propio terapeuta y que en este caso solo se ajustan supuestamente a un patrón común de nuestra conducta, para que terminemos ocupando un puesto más en un despacho, haciéndonos creer que los problemas tienen que curarse en vez de solucionarse. Lo que necesitamos más bien son hombres que sean verdaderos referentes, auténticos ejemplos a seguir, pues es sólo la virtud la que permite conducir a las personas que están perdidas en la oscuridad de esta vida hacia el bien y la verdad, aunque lamentablemente estas personas no pueden formarse por la mecánica que ejerce nuestro sistema social, sino más bien únicamente por la doctrina y el magisterio bimilenario que nos enseña la Iglesia Católica.
En atención a esta panorámica de la fe que desgraciadamente no ofrece la ciencia ni tan siquiera como alternativa para que tengamos un verdadero acompañamiento fundado en el amor y la comprensión, me encuentro en la necesidad y el deber de aportar mi testimonio de conversión, que bajo mi criterio arroja bastante luz con respecto a esta pésima eficiencia de la práctica psiquiátrica compartiendo a continuación el siguiente enlace:
Este testimonio auténtico de un cristiano en esta reclamación tiene como fin rogarle por los derechos de aquellos usuarios del sistema de salud que también han sido injustamente etiquetados socialmente como “enfermos mentales”. Teniendo en cuenta las deficiencias del sistema sanitario de salud en este área, he considerado pertinente solicitar su ayuda para poder al menos mejorar con esta reclamación los servicios relacionados con la salud mental en la Comunidad Autonómica de Andalucía, previamente introduciendo como sugerencias al Hospital Juan Ramón Jiménez (Huelva) donde he sido ingresado en diversas ocasiones los siguientes puntos que se consideran en esta reclamación y que bajo mi humilde opinión considero que son una base de referencia para proceder a la mejora del sistema psiquiátrico.
En base a lo expuesto solicito:
Dice Jesús en el Evangelio: «mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos» (Mt. 10,16). Este versículo no se reduce aquellos que seguimos a Cristo, sino que se extiende además a las personas humildes sencillas con falta de recursos e incluso de poca cultura. Esta introducción alude a la ausencia de las credenciales por parte del personal sanitario y resto de los especialistas, cuando de alguna manera solicitamos el nombre y apellido de estos trabajadores que se amparan en la ley de Protección de Datos, cuando muchos sabemos que todos son funcionarios que trabajan para el Estado y que se deberían de identificar con sus debidos credenciales. La mayoría del personal sanitario que se escuda por miedo al “loco” en el anonimato, no es apenas consciente de que tras este escudo nacen los homicidios y resto de malas intenciones, haciendo crecer de esta manera el instinto depredador en el hombre. Este modo de operar de cara a los usuarios resulta ser también una contradicción a los derechos y deberes de los ciudadanos en los servicios públicos de Andalucía a partir de la Ley 2/1998 de Salud de Andalucía, publicada en BOJA número 74, el 4 de julio, la cual indica que el personal debe de facilitar su nombre y se entiende también que si es necesario sus apellidos.
En este punto debemos aclarar que no somos «pacientes» de psiquiatras o licenciados en psicología, sino «usuarios» del sistema de salud. Cuando los especialistas hacen uso del pronombre posesivo «mi» paciente desde la parcela del alma o de la mente, tienden al error de creer que somos parte de su propiedad. Este error de los psiquiatras y/o psicólogos genera una altivez sobre nosotros los usuarios que sin ser apenas conscientes quedan elevados a la categoría de dioses, para terminar, tratándonos no como personas sino como a un rebaño de animales.
El sistema psiquiátrico también debería de humanizarse en esta unidad y otras unidades semejantes al Hospital Juan Ramón Jiménez regulando todos los permisos, actualizándose con otros centros más permisivos con los usuarios. El voto de confianza que deposita el especialista sobre el usuario debe de servir de referencia para que el responsable o supervisor pueda probar nuestra responsabilidad familiar y social. Es por esta razón por la que el usuario necesita mayor confianza en él y menos vigilancia o visto de otra manera, mayor libertad para poder demostrar nuestro compromiso fuera de este encierro físico y químico que aún no se ha encontrado una justificación científica formal para que tenga que prolongarse a lo largo de toda nuestra vida. Cuando nos vemos sometidos de igual manera deberían de flexibilizar los permisos de salida de una forma regulada por esta misma razón: confianza-responsabilidad. Y cuando el usuario haga mal uso de su libertad o abuse de la misma, se le pueda aplicar el correctivo que corresponda. En este aspecto el Hospital Juan Ramón Jiménez puede aplicar protocolos semejantes al Hospital Universitario Príncipe de Asturias en Alcalá de Henares (Madrid) que, sin ser completamente un ejemplo ideal, al menos el ambiente que se respira es menos frustrante y violento.
En lo que respecta a esta unidad habría que decir además que resulta lamentable que con la cantidad de personal que cubren los turnos los usuarios no tengan su derecho a que al menos puedan comunicarse en privado durante un tiempo consensuado con sus seres queridos, gestionar operaciones bancarias y también poder consultar nuestro correo electrónico para otras necesidades, cuando no se tiene suficiente privacidad o existe un solo teléfono en una zona común mientras nos quedamos aislados en ocasiones durante meses. En este único medio que tenemos para poder comunicarnos con el exterior existe una enorme fuente generadora de ruido ambiental que nos impide una correcta comunicación, donde es inevitable que se crispe el diálogo en la comunicación, más cuando no tenemos la tranquilidad de que los sanitarios de esta unidad están muy pendientes de nuestras conversaciones.
De igual manera que los usuarios de esta y otras unidades psiquiátricas se nos restringe de todos los medios digitales y nos tenemos que adaptar a un ambiente estéril para centrarnos en la causa de nuestro ingreso como “remedio terapéutico”, se debería de restringir prácticamente a todo el personal sanitario de la tecnología para que en su tedio y aburrimiento se dediquen exclusivamente al trato con el usuario. Los usuarios casi siempre suelen estar necesitados de conversación para poder desahogarse y encontrar una pronta recuperación o más bien dicho una predisposición para poder serenarse y tener una salida de este encierro físico y químico por la vía administrativa para poder poner un punto y aparte a los tratamientos que a discreción nos administran de por vida.
Que los especialistas puedan considerar que somos muchos usuarios y familiares que vivimos conscientes de que nuestras entrevistas en consulta se les cierra la mente en bucle a los profesionales cuando reducen nuestras adversidades y problemas que experimentamos en nuestra vida a términos como “desajuste químico”, “descompensación”, “brote”, etc., cuando en verdad sabemos que la ciencia médica aún no ha descubierto ningún biomarcador que demuestre la evidencia de las enfermedades mentales.
Que los especialistas de esta y otras unidades psiquiátricas consideren que somos muchos los usuarios y familiares que sabemos que esta ciencia no es efectiva con sus técnicas de represión y coerción, pues es evidente que los usuarios no mejoran cuando se les da el alta al acercarse el fin de semana, que es cuando el sistema tiene que aliviar camas para que los días festivos puedan ser ocupados por el personal nuevo que ingresa. Esta es otra demostración evidente que en vez de un sistema de mejora de salud mental es más bien otro mercado de intereses en el que interfiere directamente la industria farmacéutica y el conjunto global de especialistas, para poder seguir manteniendo su estatus médico.
Si de veras el personal sanitario considera que se le debe de respetar por ser parte de la autoridad civil, este debe de dar ejemplo a los usuarios que frecuentan estas unidades. Esto es muy importante en los ambientes psiquiátricos ya que, si del primero al último nos tratasen de usted, ustedes, señor, señora, señorita, don, doña podrían esperar de esta manera cierta reciprocidad. Muchos de los que hemos pasado por estas unidades psiquiátricas sabemos que en estas y otras unidades de otros servicios de hospital no se nos trata con esta falta de respeto, siendo algo que sucede exclusivamente cuando ingresamos aquí, procediendo de esta manera a un trato estigmatizante o hiriente a nuestra sensibilidad como personas.
Que éste y todos los centros psiquiátricos salgan de la comodidad que ha propiciado la pandemia del COVID para evitar los “juicios tecnológicos” y siempre se procure un trato personal y adaptado a cada circunstancia para que cada usuario se le otorgue el tiempo necesario para que pueda expresarse y defenderse de estas privaciones de libertad que frustran, oprimen y muchas veces violentan a los usuarios que terminan en estas circunstancias.
Sabiendo que prácticamente todos los servicios psiquiátricos que dependen del Estado español tienen un alto grado de corrupción interna, se han descuidado los posibles primeros sistemas que han podido regular el grado de satisfacción de los usuarios del sistema con “leyes” internas que solo sirven para frustrar y oprimir más nuestra libertad.
Teniendo en cuenta que el defensor del paciente de Salud Mental en Andalucía hace caso omiso a ciertas necesidades personales, considero que no debo de molestarme más en dirigirme a este órgano administrativo para este fin. Por esta razón, como defensor acérrimo de los locos, ruego a su excelencia que proceda lo antes posible para procurar establecer un servicio de auditoría interna y externa que pueda controlar la corrupción psiquiátrica, para que los locos puedan disfrutar también de su dignidad como personas que también está amparada en los derechos y deberes de los ciudadanos en los servicios públicos a partir de la Ley 2/1998 de Salud de Andalucía, publicada en BOJA número 74, el 4 de julio. Que se procure trabajar con máxima transparencia en estos lugares de encierro controlados por llaves corruptas que saben que nadie les controla.
Que los servicios de auditoría externa sean tan restrictivos con los sistemas sanitarios como lo son estos con los usuarios del área de salud mental, posibilitando inspectores que se introduzcan al sistema, incluso como infiltrados que simulen una “enfermedad mental”.
Que después de haber rogado a su excelencia por todas estas necesidades urgentes, espero que puedan ser consideradas también como parte de nuestros derechos ciudadanos. Sin más en particular confío en que su autoridad pueda resolver todas estas carencias para que más adelante no tenga que verme en la necesidad de emprender acciones legales para que en estos sistemas de poder-saber puedan llegar a ser lo más transparentes posibles.
Se despide afectuosamente: Jesús del Pino Marín
En Almonte a 25 noviembre de 2024