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Quisiera compartir la siguiente respuesta que he dado a una carta que recibí de un amigo el cual me ha dado valiosos consejos e indicaciones para mi vida personal y también en relación con la cita que tengo pendiente con Mons. Santiago Gómez Sierra que es el obispo de la diócesis de Huelva. Es una persona culta y con mucho bagaje pues tiene publicados varios libros y mantiene una actividad incansable en los medios de comunicación. Fue sacerdote en tiempos de san Juan XXIII, el cual le concedió la dispensa. Teniendo en cuenta que José María es una persona de edad muy avanzada, mi deseo es conservar su anonimato, ya que merece el descanso necesario del estado actual en que se encuentra. Sin embargo, creo que la respuesta en sí me parece valiosa, porque de forma breve se tratan algunos aspectos importantes que deberíamos de considerar sobre la “enfermedad mental” en relación con nuestra vida interior que no se han abordado en el contenido de mi testimonio por escrito.
Estimado José María.
En primer lugar, quisiera agradecerle sus palabras de apoyo y de ánimo y sus consejos que siempre serán bienvenidos. Le agradezco también que me haya tratado con preferencia, aunque esto es algo que no merezco. Valoro también que haya podido compartir conmigo sus experiencias con sus amigos que, por lo que me ha comunicado ya han llegado a la otra orilla y según podemos intuir, para poder encontrar el descanso definitivo.
En primer lugar, quisiera decirle que no puedo estar completamente de acuerdo con su comprensión de lo que Ud. entiende como “enfermedad mental”. Lamentablemente las personas solemos quedarnos al ras de la realidad y por tratar cualquier aspecto desde la superficialidad podemos caer en el error de contemplar esta realidad no como es, sino con distorsiones. Con esto quiero decirle que por nuestra carnalidad tenemos la tendencia e incluso podríamos decir la debilidad de aceptar lo que menos nos complica a nuestra inteligencia, cuando en verdad es más sencillo comprender todo desde la dimensión espiritual. Desde la superficie podríamos aceptar en todo caso lo que muchos entienden como “enfermedad mental” bajo el comodín de los problemas de salud mental o los conflictos que solemos tener con nosotros mismos y que incluso cuando no lo podemos evitar, llevamos éstos hacia el exterior que es cuando comenzamos a vivir toda clase de contrariedades, especialmente con aquellos que nos rodean.
Quisiera recordarle que la invención de las “enfermedades mentales” datan a partir del S.XIX, por lo que podemos decir que esto es un fenómeno reciente. Antes podíamos hablar de locura, de posesiones o de interferencias con el mal y esto querido amigo José María no ha cambiado nada, el cambio ha sido solo el de escenario por otro que encaja mejor con la maquinaria del capitalismo. Hoy los problemas de la gente que adolecen de un sufrimiento psíquico algunas veces extremo que nos quita la paz, los han convertido en “enfermedades mentales” porque es una fuente que genera muchos intereses económicos y ya sabe que el dinero es la raíz de todos los males (1 Tim 6,10). Y lamento disentir con Ud. José María, igualmente que disiento con la mayoría de los psiquiatras y otros muchos psicólogos que han convertido ciertos aspectos de carácter científico en dogmas, pues los problemas no se medican, sino que los problemas se solucionan. Aunque he podido encontrar pocos que lo reconozcan, la psiquiatra joven que tengo ahora muestra menos malicia y más sinceridad y según me ha comentado, medicar a un paciente es lo que menos les complica la vida en el ejercicio de la práctica psiquiátrica.
No sé si lo habrá pensado alguna vez José María, pero cuando en este caso damos la razón siendo neutrales a los médicos de la mente, nosotros los creyentes nos estamos tirando piedras contra nuestro propio tejado, porque el Maligno desde hace muchas décadas tiene engrasada y puesta a punto su maquinaria del mal en este mundo. Muchos sin saberlo trabajan para él y entre muchos se encuentran estos agentes sociales que son funcionarios que trabajan para el Estado. La vida es cíclica y todos pasamos por picos en nuestro estado anímico, unos con más mesura y otros con más atonía. Así se explica de forma sencilla lo que muchos comprenden y llegan a aceptar como un “trastorno bipolar” ¿Y las personas que oyen voces, como podemos entender esto? Hoy en día existen foros de “escuchadores de voces” que están tratando de interpretar esta realidad más bien como un don que desde la perspectiva de una “enfermedad mental” tratando de convivir con esta cruz que según entiendo yo debemos de aceptar como una cruz más para nuestra propia santificación. Hemos puesto el ejemplo de dos “enfermedades mentales” muy comunes según el criterio de la ciencia, y aunque cada problema de salud mental tenga su matiz característico, el fin que debemos aceptar es el mismo.
Debe de saber mejor que este servidor que le escribe que en las Escrituras no se menciona la enfermedad de la mente ni del alma, pues en todo caso existe un combate a muerte entre el bien y el mal. Tampoco ningún santo ha tratado directamente este tema y eso dice mucho al respecto de lo que hoy de forma dogmática se llega a afirmar. El Maligno ha conseguido en cierta medida hacernos creer algo que no es, pues no debemos de ignorar que este combate es con nuestras tinieblas de todo aquello que aún no conocemos de nosotros mismos y contra las tinieblas que nos impiden tener este conocimiento que nos ayuda a acercarnos a Dios que vive en nuestro interior. Este Enemigo común de Dios y de los hombres, siembra en nuestra imaginación la cizaña mediante diversos influjos negativos, tratando de esta manera de corromper y destruir nuestra naturaleza humana por medio de confusiones, obsesiones, opresiones, sugestiones, turbaciones, tentaciones, y malos pensamientos, que pueden venir desde la propia persona, así como de otras influencias externas.
Me hace una serie de recomendaciones sobre la visita que espero en breve pueda hacer al Sr. Obispo que también aprecio. Soy consciente de que pueden pensar que soy un iluminado, que tengo un trabajo que si no es estudiado desde la ciencia podría ser considerado como algo “cabalístico”, según dice Ud. En fin, no son pocos los obstáculos de los que me advierte y que con la ayuda de Dios debo de superar, y aquellos que ahora ni Ud. ni yo podemos ver a priori. Sin embargo, soy plenamente consciente de que no puedo presentarme a nadie con máscaras. Que piensen de mi lo que quieran, que me traten como quieran, pero mi deber es negociar los talentos que me ha confiado el Señor y ya sabe, sin temores ni tampoco comportándome como un negligente o como un holgazán. Hoy de esto habla el Evangelio del día que he compartido en algunas de las redes sociales. Pensará que mi testimonio es un escollo para poder llevar a cabo esta encomienda que inmerecidamente me ha confiado el Señor, pero personalmente pienso que este puede servirme para poder defenderme de aquellos que puedan pensar que Dios me ha dado muchos talentos por méritos o por mis buenas obras. También pienso que no tengo otra forma más viable para poder acercar la verdad de este misterio a los demás. No, yo muestro que soy un pecador más como el que más José María y lamento que no tenga tiempo para poder valorarlo y pueda tener una base de juicio con más solidez. Tengo por tanto que hablar con transparencia, me caiga la que me caiga, pues yo solo quiero seguir los pasos de Jesús, que llevando durante 30 años una vida oculta dio un salto a la vida pública. Él es Inocente y todo Santo, y todo lo que tiene de oculto está revelado en las Escrituras, pero yo; yo me siento llamado con su mismo nombre a dar ese salto con todos mis pecados. Antes de que Ud. pueda advertirme de las adversidades que me esperan al respecto, la Palabra se le adelanta y todo lo que me dice se resume en lo que nos dice: «Hijo, si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba. Endereza tu corazón y mantente firme, en tiempo de infortunio no te inquietes. Pégate a él y no te alejes, para que tengas buen éxito en tus últimos días. Todo cuanto te sobrevenga acéptalo, y en los reveses de la prueba sé paciente. Porque en el fuego se prueba el oro, y los elegidos del Señor en el horno de la humillación. Confía en él y él te acogerá, endereza tus caminos y espera en él» (Eclo. 2,1-6).
Me quedo con esta última Palabra que sin duda estoy seguro de que pensará que es mejor que la suya y sin ninguna duda mucho mejor que la mía. Perdone José María si no he sabido responder a los aspectos más importantes de su carta pues creo que me he extendido demasiado. Por mi parte sólo quería corresponder y agradecer el tiempo que me ha dedicado.
Un fuerte abrazo en Cristo +
Jesús